A la sombra del viento

Hoy el olor a humedad no le desagradaba, ese musgo en las paredes, esa hiedra trepadora inspirando extrañas figuras hacia el techo…era extraño, una sinuosa escalera descendía hacia los jardines, le recordaba a la extraña espiral de situaciones que han dirigido su vida. Tuvo que agarrarse, pues un tropezón tonto amenazó con hacerlo caer. – Empiezo bien, como siempre, pensó – Pero se equivocaba.

El sol ya empezaba a salir, no tenía ni idea del porqué, pero él estaba ahí, siguió las indicaciones de aquel mensaje que decía: «En cuanto salga el sol, nos encontraremos a la sombra del patio exterior». No podía evitar la llamada de la curiosidad, esa desconocida mujer había huido de él, se había escondido tras una coraza, y se cerró completamente, ¿A qué podía venir ese mensaje?. Apuró los pasos, pues la claridad entraba ya por aquella cúpula en ruinas, que antaño debía lucir brillante, y bajo la que tantas historias se habrían vivido.

  Distinguió su sombra sentada en el tronco de un árbol, de espaldas al castillo, y aminoró el paso acercándose en silencio. No tuvo tiempo a decir palabra alguna.

-Tenías razón, la tenías, y lo sabías, por eso estás aquí. -Yo…- Pero ella, con un leve ademán con la mano, lo silenció- -¿Ves ese castillo? Antiguamente era glorioso…disfrutaron de él, de cada una de sus esquinas, cada estancia y cada amanecer fueron testigos de sonrisas y alegrías… Hoy sólo inspira tristeza y llantos… Mira que dañado está, él lo sabe, no se resiste ni lucha por volver a ser lo que que era, sólo se intenta mantener firme hacia el viento con la esperanza de que nadie lo vuelva a dañar. -Ya ha amanecido -Lo sé -Una gran obra se empieza un gran día -Buena suerte…el viento ha parado.

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