Hoy.
Fue miércoles.
Y lo seguiría siendo si se parase el tiempo.
Si se detuviese.
Al igual que que un coche
haciendo caso al freno
bajo una fría pisada
de madrugada
ante una señal de stop
en una carretera desierta,
que obedeces sólo
por no querer llegar solo,
a casa.
Hoy.
No fue un día conmigo
Y tampoco pude echarme de menos.
Ni el martes, ni el lunes.
Ni sábanas arrugadas de una cama desecha.
Ni olor a café.
Ni sabor a café.
Ni tu ropa inconsciente en mi suelo.
Café de ayer, frío, muriendo en el fregadero.
Creo que el grifo gotea.
Y eso que resuena y golpea mi mente es el eco,
de un portazo seco que diste sin hacer ruido,
y que retumba todavía, y levanta el polvo.
veo temblar, de miedo, la luz de las lámparas.
Amanece, buscándote,
al sol entre las cortinas,
para dar luz a una silueta
que quita el habla
y me convierte en lector
de los ríos de tinta
que adornan tu piel
y que me vuelven adicto,
a tu historia.
Valiente, y decidida. Mujer.
Hoy. Fue miércoles. Hasta ahora.
Y con los ojos cerrados
recorro el gotelé de las paredes
como si supiera leer braille
con la yema de mis dedos
buscando un…
… continuará.
Joder con las cortinas.
Y joder, con esas medias finas,
con la elegancia, con la ternura,
y con tu sonrisa porque sabías
que sólo por verte mis labios dibujaban la mía.
Joder por esas cosas que perdimos, al no estar juntos.
Y brindemos. ¡Joder! Por no saber ni nuestro nombre.
Por nuestra noche, por echarte de menos,
y por no saber donde buscarte.
¡Brindemos! ¡Hasta caer ebrios, hasta no poder levantarnos.
gritando, sin voz, que yo fui tuyo y fuiste mía.