¿Duermes conmigo esta noche?

– ¿Me dejarás cogerte la mano? – Dijo él con miedo, y la respuesta fue – Sólo sí lo haces con la intención de tirarme por un acantilado…

Miraba por la ventana, veía la lluvia caer sin freno y notaba el viento golpear contra las persianas… Era una noche vacía, consecuencia de una rara tarde… seguía mirando, no podía sonreír. No es esa clase de chica que ansía esconderse bajo una manta en los días malos, lo que ella buscaba y lo que sentía, era distinto. Buscaba la libertad de estar ahí fuera, notando la fuerza del viento en su espalda y disfrutando de cada gota que corría por su rostro, pero la coherencia la obligaba a anclarse, a tener los pies en tierra, a elegir el camino obvio.

Se dio la vuelta, ante la impotencia de no poder esbozar una sonrisa, y buscó refugio en su cama, demasiado vacía, algo a lo que por desgracia ya se había acostumbrado. Sabía que no iba a poder dormir, pero era un problema que había decidido no compartir con nadie…así pasaron los minutos.

Él sonreía… Se vio al espejo, y encontró la ilusión que antaño tanto le hizo disfrutar, se lavó la cara y gozó de la sensación que el agua fresca le producía, había tenido una noche gratificante, pero tenía miedo de haber entendido demasiado bien aquellas palabras. Entró a la habitación y de pronto todo era distinto, la cama le parecía enorme, el tampoco podría dormir, lo sabía. Se sentó en la cama y cogió el móvil, se encontró de pronto una sonrisa devolviéndole la mirada, era aquella foto que ella le había pasado horas antes… Sonrió y no pudo evitarlo, dedicó el tiempo necesario a coger las llaves y salió de casa. Bajó por las escaleras, salió a la calle, llovía, y ni un sólo coche circulaba por la carretera.

Fue deprisa hacia la playa, llegó y miró al cielo, las gotas de lluvia no fueron capaces de nublar su sonrisa pero no pudo evitar pensar en ella, en disfrutar de eso juntos, pero no iba a ser así, ella no lo permitiría, no iba a reconocer que es como él. Volvió a casa empapado, se dio una ducha, y otra vez ojeó el móvil… de nuevo una imagen le devolvía la sonrisa…recordó. “¿Sabes qué nos diferencia? Yo soy soñador, tú tienes los pies en la tierra. Por eso te necesito en mi vida.” … y así pasaron los minutos

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