Mermelada de melocotón

Soñé que desperté y me levanté sin hacer ruido, quedaban 5 minutos solamente para que le sonara el despertador. En silencio salí de la habitación con cuidado de no despertarla. Me lavé la cara, me miré al espejo y me sentí bien. Me di cuenta de la suerte que tenía, una sonrisa estúpida se forjó en mi boca como si fuese a fuego y me fue imposible esconderla. Era feliz, abrí el agua de la ducha para que se calentara y puse el calefactor para templar el aire del cuarto de baño, cerca de nuestras toallas, para que les diera calidez. Cerré la puerta para que no escapase el calor, y fui a despertarla. Tímido… como si fuese la primera vez.

Me acerqué a su lado y sin siquiera abrir los ojos y antes de que yo dijese nada, me dió los buenos días con un susurro y me abrazó cariñosamente dándome un pequeño beso. -Buenos días princesa – Le respondí, como cada día. – Tienes el agua ya caliente, ¿te das una ducha mientras nos hago el desayuno? – abrió los ojos y puso la sonrisa más tierna que jamás pude haber imaginado, la sonrisa que cada día me hacía sentir lo mismo. – ¿Y tú? No te duchas? – Me dijo sin soltarme – ¿Yo? Ahora mismo voy, ya te espero allí – y tras otro beso, salí irradiando alegría de la habitación.

Ya casi había terminado de ducharme cuando entró en el cuarto de baño y se desnudó, contemplé su silueta tras la mampara, es preciosa… Vino hacia mi, y se metió dudosa, despacio, comprobando que el agua estuviera a su temperatura – Claro que lo está – Pensé. Sabía perfectamente cual era el punto exacto que ella buscaba, y ella lo sabía, apoyó sus dos manos sobre mi pecho y me besó. Debajo del agua estaba todavía más increíble, el pelo mojado le sentaba espectacular, su mirada se volvía si cabía más alucinante, y la sensación de besar sus labios mientras el agua corría por nuestros cuerpos fue simplemente maravillosa. Ella era simplemente maravillosa

Salí de la ducha, para lo cual me hizo falta mucha fuerza de voluntad, y empecé a preparar el desayuno, ese zumo de naranja natural que nos encantaba, esas tostadas que siempre hacía y terminaba yo comiendo una mitad suya, y nuestro café.

Escuché la puerta del cuarto de baño abrirse, y unos pasos por el pasillo, pero de pronto noté que el paseo hacia el dormitorio se interrumpía, y deduje, que como cada mañana, se había quedado semiescondida tras la puerta mirándome mientras yo hacía que no me enteraba. Me observaba cuando yo intentaba dibujar con la mermelada de melocotón la silueta de un «te quiero» en sus tostadas. Simulé no darme cuenta mientras venía hacia mi enredada en la toalla ,y simulé también sorprenderme cuando noté sus brazos rodearme antes de que el aliento de su boca trajese a mis oídos el sonido de un – Te amo – Me estremecí, sólo pude darme la vuelta y besarla. Y luego haciéndome el tonto, le dije – ¿Pero que haces así? !Corre a vestirte que vas a coger frío! – Me miró, sonrió, me lanzó un beso rápido a la boca, y escapo corriendo de puntillas, graciosa y elegante. Mi niña….

¡Desperté!

Desperté y me levanté sin hacer ruido, quedaban 5 minutos solamente para que le sonara el despertador. En silencio salí de la habitación con cuidado…Tímido… como si fuese la primera vez.

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