Mi nombre es David y …

Cuando creé este blog, mi idea inicial era hacerlo anónimo. Así podría, tras una máscara, contar historias y decir que no son ciertas. Podría decir que son inventadas. Pero lo cierto es que… Hay más de realidad de lo que estaría orgulloso de reconocer.

Siempre negué ser un intenso.

En mi cabeza lo pensaba como un defecto, como algo que corregir, pero, si miro hacia atrás … ¡Joder! ¡Qué suerte tengo!

He vivido! He reído, llorado, amado en dos días, me he prometido a lo loco, me hubiese casado a lo loco, he viajado en secreto, contado perseidas, cantado canciones de Disney a grito pelao’, me he bañado desnudo en la noche gallega y pasado 48h en cama seguidas por culpa de esa noche, y no por resfriado.

He peleado por la pizza de la piña, he robado como un ninja grumitos del colacao, he sufrido portazos en el alma, he borrado cientos de cosas que he escrito, he eliminado fotos con un nudo en la garganta.

Hubiera hecho madre de mis hijos a una mujer que no me dijo su nombre real, sólo por la forma en la que la vi pelar un aguacate. Y la sonrisa. No la suya, sino, la que ella dibujaba en mi.

Me han robado una gorra como excusa para luego robarme un beso. Se han colado en mi ducha y me han dado otro que todavía me pondría la piel de gallina. He visto huir pájaros asustados por la potencia de un «Te quiero»

Me han dado un primer beso en un aeropuerto, y también el último.

Y no voy a hablarte de lo que ocurrió bajo un manto de perseidas, porque durará siempre 5 minutos más.

¡Y Sandra! La historia más bonita de mi vida. Mi historia.

He escuchado un… «David, tú sabes que yo también te quiero ¿Verdad? Cómo mamá»

Llevo una alianza de tunsgteno, y me la pongo.

He invitado a dormir, simplemente por el hecho de no dormir solo, y pasado noches inolvidables.

He tenido sexo lleno de barro en una primera cita.

Y he jugado a un juego de rol con una mujer, fingiendo que éramos pareja. Y esos «te quiero» no eran jugando.

Que tengo cicatrices en el alma, y un corazóncito Frankenstein.

Que La vida es bella, Romeo y Julieta u Orgullo y prejuicio, No son más que teloneros para nosotros, y que… 50 sombras de Grey, también.

Que he amado escribir tanto como lo odio, y que cada vez con menos frecuencia resuenan en mi cabeza las palabras que tanto mencioné aquí de Henry Miller:

«Si quieres olvidar a una mujer, conviértela en literatura»

No las quiero olvidar, salvo a una.

Que el detonante del texto anterior fue One Republic con su «Counting starts»

«Lately, I’ve been,
I’ve been losing sleep
Dreaming about the things
that we could be
But baby, I’ve been,
I’Ve been praying hard
Said no more counting dollars
we’ll be counting starts»


«Yeah we’ll be counting starts»

Y ese día no había apenas ninguna, no había perseidas, el beso nos salvó del frío e hicimos planes que no se van a cumplir.

Y que está bien que no me apetezca escribir durante meses.

Le he cogido terror a un banco donde, levantándonos de golpe nos despedimos para no volvernos a ver.

He terminado amores profundos antes de comenzar, por creer que eso ya era la cumbre.

Y más portazos.

No sé cuantos «amores de mi vida» tendré hasta que llegues tú, arrasando con todo, con una sonrisa, una goma del pelo en la muñeca, los pies descalzos y en nuestra boda, con recochineo, me digas que al igual que «La vida es Bella, Orgullo y prejuicio, o 50 Sombras de Grey» todas mis perseidas fueron «teloneras» de la vía láctea que ahora tengo cada noche.

Que las perseidas, realmente, sólo son polvo.

Y que si me pides que te reserve la puesta de sol…

La reserva será de por vida.

Y si me lo vas a preguntar:

Este, es el primero, y el último.

Si, quiero.

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