No propongas nada a lo que…

Me alegra, de veras, poder escribirte, sin saber a ciencia cierta si leerás estas palabras.

Sé que a veces te pasas por aquí,
y echas un ojo,
curiosa,
para ver si todavía escribo sobre aquellos días.

Hoy, me han vuelto a recordar a ti.
Y de nuevo:

Vuelvo a escribir a deshora.

Todo iba a bien …

… Como contigo.

Hasta que eso mismo,
fue lo que hizo
que me acordara de ti.

No sé lo que he sentido, pero la yema de aquellos dedos sobre la palma de mi mano me vació los pulmones, se evaporó la fuerza de mis rodillas y parafraseando a Benedetti:

«Sentí vibrar a la pasión y al deseo en los volcanes»

Así que:

Huí.

Calmado, y frío,
con las cosas claras.
Me dolerá mañana.

Pero a ella podré olvidarla.

No tendré que escribirle, aunque me permitiré una pequeña licencia. Y es que, por segunda vez, me han hecho pensar que quizá, debería dejar que me escriban.

«No me propongas nada a lo que no quieras que te siga»

Me faltó valor para proponerle el todo.
No podía ser el todo.
Así que:

Todo al nada.
Y nada más.

Opté por no complicar las cosas,
y desde la cima,
vi un horizonte llano,
y al caer el sol
me descubrí pensándote.

N
J
P
S

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