Sólo tiene que salir bien una vez

A veces me equivoco.

He aprendido a equivocarme.

Y cada vez,

cada vez,

me da menos miedo.

Como al escribir esto, o el texto anterior.

Han pasado más de ciento treinta mil segundos desde nuestros últimos seis. Y esto, solo lo entenderemos nosotros.

Intuí las cicatrices.

Las vi venir, vi su dibujo como la sangre derramada de un tintero volcado por el golpe involuntario de una mano al moverse nerviosa en busca de color para dibujar sobre el papel una y otra vez nuestra historia.

Las pude sentir.

Sentí el quererse cerrar de mis heridas, sentí el calor, sentí el hogar.

Heridas.

Vivo con ellas, y puedo decir con orgullo que a pesar de sentirme completamente gilipollas he aprendido a disfrutar de ellas metiendo a cada hora el dedo en la llaga para que no sanen y para poder seguir alimentando el tintero.

No me dueles, pero te echo de menos.

Joder si te echo de menos.

Y es que, ya no soy yo, he perdido mi yo, y camino con la cabeza baja sin mirar a la gente por miedo a encontrarte o a tropezar con cualquiera de los mil recuerdos perdidos que en apenas semanas pude crear contigo. Y eso si que me duele.

Joder si duele

Cada día, sin excepción, estoy obligado a tomar la decisión de mantenerme lejos, ausente, distraido, ocupado en cualquier cosa porque esa fue la decisión.

Tu decisión

Y ahora, he perdido la pelea contra el demonio que me susurra al oído desde el hombro. Y aunque nunca quisiste convertirte en parte de mis letras, es hora de olvidarme de ti, es hora de convertirte en literatura, de borrarte de mis recuerdos y pasarte al folio. Y convertirte en una historia que pueda leer en el futuro sin que me duela tanto como duele hoy.

Mi decisión


No sabremos si fuiste real, si eres sólo una historia más, si hay cenizas, o si el viento arrecia de tal modo que sólo queda un terreno baldío esperando a una nueva lluvia para labrar una historia por encima.

Preparada para brotar después del siguiemte eclipse.

Sé que esto es un sinsentido.
No sé lo que he escrito.

Pero sé que olvidaré tu nombre.

Porque para mi, fuiste, eres, y serás: Magia.

Siempre, magia.

Y un diamante que estalló entre mis dedos.

Sólo tiene que salir bien una vez.

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