Tropezarte. (Y un pequeño aroma a croquetas)

Me merezco un monumento.

Por idiota.

Y es que no tengo ni la más remota idea de si acerté al equivocarme, o si me equivoqué al acertar. Pero inequívoco es el acierto del golpe por cual todavía me tiritan las piernas.

No sé como pasó, pero pasé de un paseo, a un quinto, la ropa en el piso, un brutal primer paso, y el repaso me propasó. Y a paso lento, los besos pisaron, los labios mordieron, tu mirada habló, callé, y yo:

Loco.

¡Qué pasada!

Tu sístole, mi diástole, y un extra entre nosotros nos hicieron valer por tres. Y joder, Sabina se había quedado corto, porque no solo nos dieron las 3, y ni tres horas de sueño después, y loco, en tus labios, otra vez.

Tus gemidos, música.

Tu saliva y la mía, poesía.

Y yo, con ganas de escribir, sin
saber que decir,
y sin poder competir
con tu sonrisa.

Supongo, que de nuevo, me atrevo a apostar por el caballo perdedor, y después del último beso de tu boca, bajé una calle estrecha, y bajo la lluvia prendió una mecha, y claro, estalló.

Y dolerá.

Pero me encanta ese caballo, y con ella, todo al rojo, que aunque pierda, ya gané.

Me engancharé a la televisión para descansar del ordenador o saldré a caminar y tropezar con nada. Porque menudo tropezarte tienes, o tengo yo,

mi

me

contigo.

La banda sonora hoy es triste, y me acompañan frases, que no habían calado tan hirientes. Las canciones duelen, el mañana aterra, y entre tanto:

«Tenemos que perder trenes, tenemos que tirar de fe esperando a otro que puede ser que no llegue, y hace frío en los andenes«

O en las puertas de embarque vacías.

«El corazón tiene razones que la razón no entiende»

Y Herny Miller se equivoca, da igual que te convierta en literatura, porque no te quiero olvidar. Y… cuando es bueno, es fácil, y fluye. Pero si con toda en contra ha fluido fácil, es real, es íntegro, es etéreo.

Y no quiero que se extinga, ni quiero esperar.

«Porque después el té se enfría, después el interés se pierde, después el día se vuelve noche, después la gente crece, después la gente envejece, después la vida se termina; y uno después se arrepiente por no hacerlo antes cuando tuvo oportunidad»

No me puedo arrepentir.

«Sólo quiero dormir, no despertar jamás, dejar de vagar ya por la casa como un zombie. Del baño al comedor, al pasillo, al comedor, perdido»

Como un zombie, esta tarde, bajo una extraña, aunque anunciada ausencia, no pasan las horas que hacen falta para romper este silencio.

«¿Como puede este silencio tener tantos decibelios?»

Sé que nada tiene sentido, lleno esta hoja con frases rotas, con trozos, retazos, migajas.

Con las únicas gotas que son capaces de huir del nudo en la garganta que sujeta mi grito de rabia que no voy a dejar salir aunque eso me cueste unos ojos vidriosos que contengan alguna lágrima.

No es el tiempo, es la persona, y 12h, puede ser medio día, o una taza medio llena.

Y qué bonita estás mientras te secas el pelo.

Y qué ganas de que abraces fuerte, mi corazón hecho pedazos.

¿Y qué?

Si me va a doler igual. ¿O crees que no te echo ya de menos?

«Ojalá hablara de amor, ojalá hablara de nuestros besos, de íntimos abrazos, habla de fracasos, de como rompo todo en pedazos, y del invierno que siento sin tu calor»

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