No sé si veintitrés fueron los días que tardó en enamorarme.
No sé si veintitrés fueron las vueltas que di en la cama esperando encontrarla.
No sé si veintitrés fueron los pasos que dio de su portal a mis brazos.
Pero sí sé, que veintitrés son los besos que mide su espalda.