Vis a vis con tu pupila

Acabo de sentarme
con una hoja en blanco enfrente
y pienso
que no puede ser muy difícil escribirte.

Me dejo fluir
y aquí estoy.
Como hablamos
pensando en que,
a pesar de tener ahora mismo
la piel de gallina
este texto lo haré sin parar,
sin borrar,
de carrerilla.

Y es que…
eres como tirarme a la piscina
y nadar, durante todo el día,
sobre el iris de tus ojos,
saciándome, durante horas,
del mejor de los baños,
en un vis a vis con tu pupila
y secarme, de ti,
con el terremoto que ha despertado hoy tu sonrisa,
en la mía,
con el roce de nuestros pies provocado en el momento oportuno,
y que me dejó,
tiritando,
hasta tu ducha.

Y te he recortado esta vez al ver esa toalla blanca colgada detrás de la puerta, nos he imaginado juntos, bajo ella.

Juntos

Muy juntos, pegados y robándonos cada una de las respiraciones que tenían la osadía de intentar escapar cómplices de nuestros gemidos.

Juntos, como la yema de tus dedos sobre mi piel, que casi borra, con tu fuego, la tinta de mis tatuajes.

Juntos, como tu uñas y mi espalda en el momento en el que mientras me mordías el labio entré en ti.

Y nos sentimos arder, calientes, como merecemos estarlo, como me enciendes con solamente tu pasear descalzo delante de mi, en los escasos metros que separan el salón, del dormitorio.

Nueve pasos, que das en trece segundos, donde miras hacia atrás dos veces tocándote el pelo una, y pierdo la cuenta de los besos que te daría, al tropezar, yo solo, con la ropa que tiramos al suelo y que no vamos a recoger, porque esta noche tú, y yo, no vamos a salir de la cama.

Te dije que te iba a desnudar.

Y chica.
Tienes
que notar
como te como
con la mirada
cada vez
que me das
la espalda

Y que si me pongo rojo cuando te miro en público no es por calor, ni por vergüenza, es por las ganas que tengo de que me cojas de la mano, me apartes de todo, y de un empujón contra la pared me enfrentes y me comas la boca.

Que es tuya, mientras quieras.

Porque lo que yo quiero es volar contigo,
y seguir descubriendo durante el viaje,
cada uno de los motivos,
que dibujan tu sonrisa,
para ser, cada noche, el mejor de ellos,
para que seas, cada noche,
el sabor de los míos.
y para ser, cada mañana:

La razón por la que cruces fuerte las piernas. Al recordar mi mano trepando bajo el algodón de las sábanas por el interior de tu muslo, hasta donde comienzan tus piernas, y comenzar también esa noche…

… Inolvidable …

… Pero por la cual hoy no recuerdas si tu propio nombre es escribe con erre, con be, o con ca.

Y me despido amenazando, que si vuelves a mirarme mientras me das una patadita por debajo de la mesa y vuelvo a ver esa sonrisa, tú, yo, y mis ganas, vamos a dormir muy poco.

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