Ladrona de sonrisas

Agarró sus cosas con prisa, y salió por la puerta, el ambiente le asfixiaba y necesitaba evadirse, ya terminaría su trabajo esa tarde.

-Nati, salgo un momento, tengo cosas que hacer, necesito eso para las seis, sin prisas, de acuerdo? – Recibió una sonrisa y un ademán afirmativo con la cabeza – Deberías salir a comer al parque, hace un día asombroso.

No esperó respuesta y bajo las escaleras rápido, hoy el ascensor sólo sería un contratiempo.

-Hasta luego Matías.
-¡Ey! ¿Donde vas con tanta prisa?
-Maldito cotilla – Bromeó con el portero – Siempre igual ¿Eh? Si sale Nati dile que está preciosa, que hoy está algo de bajón
-¿Por qué?
-Adiós cotilla. Y aféitate, que estás más guapo, hombre.

Notó la brisa de la calle, y la luz chocar contra su piel. Que bien se sentía, salió al parque, no tenía hambre, quería pasear. Caminó un rato, hasta que una piedra rebelde se metió en su zapato. Se sentó a arreglar el ínfimo problemilla, y sin querer se le calló la carpeta, abriéndose. Y sin saber que estaba ahí, al recoger la carpeta, encontró un mapa grapado a una foto. Con un lugar tachado y una anotación. «Una película, unas palomitas, una manta, y nosotros en nuestro sofá» Una sonrisa se dibujó en su cara. Era fabulosa, había tenido suerte, al principio no se imaginaba nada así, todo había sido difícil. Por fin. Volvió al trabajo después del paseo, y al entrar por la puerta saludó al portero con prisa, sólo pensaba en trabajar para terminar rápido e irse a casa. Antes de entrar al despacho lo interrumpió su secretaria.

– Como sigas caminando tan rápido un día te caerás por el pasillo, ¡Y yo estaré ahí para verlo!
– ¡No me caigo! ¡Soy un ninja!
– Señor ninja, tiene usted una cita a las 7:15.

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