-¿Llueve mucho? – Me preguntaste.
Y a una gota de agua estuvo el vaso de desbordarse,
y a una gota de valor estuve yo de decirte
que llueve apenas nada en la escala de lo loco que estoy por ti
y que un buen nado necesitaría
porque un poco así es mucho
y la distancia a salvar para un salto es enorme.
Que ni un paraguas ocultaría
que miro al océano
cuando me pierdo sin querer
en tus ojos.
Que un sorbo de junto a ti.
De lo que sea, o de té,
me daría tenacidad para enfrentarme a mis miedos
y que te necesito, un empujón.
que me arrime a tus labios
Que no me atrevo a mojarme cuando estamos a solas
y que cuando te vas la gravedad osa salpicarme.
Que quiero mojarme contigo, y de ti.
Que el invierno en Galicia
es largo para ahogarme en mis palabras.
Así que sí.
– Llueve mucho.