-Te encontré – ¿Qué has dicho? – Te encontré.
En mitad de la noche desperté recordando sus palabras: «Te encontré» – Me había estado buscando – Pensé para mi – Ella – y ya no pude dormir más. Me invadió el deseo de volver a verla, ese deber de volver a presentar batalla para conquistar una vez más su mirada y derretirme en sus labios. Me había hecho vivir un fin de semana fantástico en el que cada momento que pasaba dejaba una huella muy profunda.
Recordé nuestros paseos eternos en los que no dejábamos de agarrarnos la mano ni un momento, donde nuestros dedos jugaban a acariciarse. Recordé esos momentos en la cocina, esos momentos en el salón, nuestras duchas, los mordisquitos cariñosos bajo las sábanas. Recordé también ese tiempo de ocio jugando a las damas, o buscando vídeos. Esas miradas en el coche cada vez que parábamos en un semáforo.
Me hizo sentir como jamás nadie lo había hecho, me hizo sentir una comodidad asombrosa en la que cada momento que vivíamos me parecía haberlo vivido con ella cientos de veces antes. Me hizo sentir que ya habíamos tenido una vida anterior. Ella tiene todo lo que busco en una mujer. Ella es mi todo, me completa.