Y después del adiós. Nada.
Esperé volverte a ver.
Pronto.
Y joder.
No me preguntes si fue al día siguiente, o al otro.
O si pasaron dos semanas, o un mes.
Pero te vi.
De nuevo entre la gente, amaneciste.
y de nuevo, orbité buscando tu voz.
Tu sonrisa tímida parecía darme la bienvenida.
¡Y nada más!
Cruzamos la mirada unos instantes.
Segundos.
Cada minuto.
¡Maldita gente!
Te perdí de vista.
Ya no estabas.
Y cada vez más loco.